Investigadores presentan sus estudios en Congreso Internacional de Antropología AIBR
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Los profesores de la Universidad Politécnica Salesiana, Lorena Campo y Julián García, presentaron los avances de sus investigaciones en el II Congreso Internacional de Antropología AIBR, realizado en la ciudad de Barcelona, España, entre el 6 y el 9 de septiembre. Ambos docentes son parte del grupo de investigación «Estado, Movimientos Sociales y Territorio».
La ponencia de García se tituló «El espacio vivido del inconsciente en la cultura Secoya (Alta Amazonía Ecuatoriana)», el cual se refiere a las rápidas trasformaciones a que se ve abocada la Amazonía, lo que hace necesaria la investigación sobre el papel de sus culturas en dichos contextos de interacción.
«Los elementos míticos y su papel en el proceso de adquisición de conocimiento en la cultura Secoya son una de las asignaturas pendientes en el acercamiento epistémico a dicha cultura. El mito nos transporta a un tiempo y un espacio diferentes de los cotidianos. El tiempo mítico no ha desaparecido de la vida diaria, a pesar del tiempo del calendario. La cultura Secoya (Siekopaai) de la Alta Amazonía Ecuatoriana posee una riqueza conceptual que va ligada al uso pragmalingüístico de los mitos», expresó el docente.
Por su parte, Lorena Campo expuso sobre «Suicidios en el Ecuador. Alteridades silenciadas en la vida cotidiana», tema que hace referencia a que, en ciertos casos, la muerte puede constituirse en estrategia radical identitaria, que aunque se presente individual, genera rituales colectivos.
«Hombres asfixiados por las exigencias de sus roles masculinos ideales que se ahorcan, jóvenes indígenas que se enlazan a campos de significación ajenos a los de sus antepasados, campesinos que mueren por mano propia como efecto secundario de la intoxicación por plaguicidas, la lista es abundante», considera Campo.
La docente considera que se trata de una desesperada micropolítica de denuncia indirecta, pero tan intensa que produce silencio a su alrededor, ya sea por dolor o vergüenza de los que deben procesar ritualmente esas muertes diferentes. «Estas muertes develan alteridades negadas, apagadas y silenciadas, que en la autoeliminación se erigen como producto de violencias naturalizadas en la vida social, política, cultural, sexual y económica».